martes, 27 de octubre de 2009

Los Pueblos Felices: Cuarto Asunto: Del desabrido gusto del amor



Así como las insuperables montañas de las películas del régimen fascista[1], la estética de Paz y Orden es la metafísica del ver y no tocar. Parece al alcance de todos y todas, como un lenguaje universal que todos y todas entienden, una universalización utópica. Pero, a semejanza de lo que sucedió con lo feo, imperfecto, vergonzante y marginal, con las raíces y las malas hierbas, tampoco se pueden llevar a casa. Lo bonito tampoco se va a acostar en nuestras camas. De la casa se desterró lo que fue perdiendo tono muscular, para masturbarnos con la evocación de alguna imagen atlética, perfecta, como quien contempla extasiado las vírgenes rubias de ojos claros que nos vinieron de Europa en sus impenetrables urnas de cristal, solo que esta vez se encuentran ligeras de ropa y la urna tiene control remoto, así día tras día…

            … esperando rabiosamente
esperando rabiosamente
perpetuando este maldito desafuero del amor.

            Los cuerpos emblemáticos, atletas de la Paz y el Orden son paredes blancas. Parece que nada oscuro, funesto o sórdido hubiera pasado por ellos, porque aunque pase, los signos de la tortura se han vestido con el manto blanco de la infantilización. Y que mejor para alcanzar ese anhelo de Paz y Orden implantado en nuestras conciencias, que toparnos con la simplicidad de una vida sin muchos interrogantes, una vida ordenada que permita la evasión del conflicto y contradicción, una pared sin denuncias, un cuerpo sin historia legible. No podemos ver la historia que deteriora el cuerpo, porque el maquillaje cubre los mapas de los acontecimientos, estos han sido borrados con una dermoabrasión lasser igual que sucede con las cicatrices del acné.
           
Mientras se come, no se habla

            No la quiero para conversar, dicen algunos hombres en Colombia cuando se refieren a mujeres bonitas pero poco inteligentes. Estas palabras expresan el gusto desarrollado que lleva a preferir los cuerpos aparentemente sin historia. Entre más desconocidos los antecedentes, mejor, más simple, más placentero. El cuerpo concreto que produce esta sociedad imita a los cuerpos mediáticos, apenas comparables con el olvido: ejercicio permanente de absolutización del presente, análogamente a como sucede con esa noticia sin pasado ni futuro capaz impresionarnos en el pequeño lapsus para dar inicio a  la sección de deportes:

        Denuncias de abusos contra los presos en las cárceles de Irak y lo mejor de los goles de Ronaldiño. Es tener en diez minutos los dos extremos del mundo. Solo un corazón ejercitado podría aguantar tanta paradoja y equiparar ambas cosas emotivamente.

            Cuando se aprende a equiparar los acontecimientos emotivamente entonces, se puede convivir con todas las imágenes sin el menor asombro, así habitamos un mundo donde nada habla por sí mismo, desde luego, eso incluye a las personas. Todo está cubierto por un homogéneo sentimiento de eufórica mediatez a la manera de una delgada atmósfera irrespirable. Los cuerpos cúlticos no deben conversar, no deben recordarnos nada, no deben crearnos familiaridad con sufrimiento, pobreza o imperfección, memorias o pasados. Si les recordamos porque fueron martirizados, disciplinados, su imagen presente es de quien logró vencerlo todo a la manera del no-registro. Pero todo objeto cúltico debe ser vejado de alguna manera, sólo que la causa de la vejación, el sistema de vejación no es lo relevante, lo relevante es la inmaculable apariencia que sobrevive a todo, una voluntad sobre humana. La historia del otro, de la otra que no puede ocultarse tras el mismo manto, es una carga insoportable.
           
“Como político, necesito una idea que permita acabar con los fundamentos históricos anteriores, para implantar en vez de ellos un orden antihistórico, completamente nuevo.” Hitler
           
No olvide revisar la fecha de vencimiento.

            ¿Qué clase de sociedad debemos preservar dejando inmóvil el hecho de que las jovencitas de trece años se acuestan con traficantes de drogas para reunir dinero e invertirlo en una cirugía de senos o de nariz? ¿Cuáles son las exigencias y los conceptos de éxito que motivan a las niñas para someterse a semejantes vejaciones, tanto la de prostituirse como la de la sala quirúrgica? ¿Cuál es el destino de estas mujeres si llegasen a engordar? ¿Cómo se acorta la vida media de estos seres humanos?
            No falta quien argumente que, debido a este hecho, urge una reconstrucción de los valores victorianos de la antigua sociedad. Pero esta no es una sociedad amoralizada sino desmoralizada, sumida en el desprecio de sí. Los hechos no suceden en el marco de la pecaminosidad, sino en el de la frustración y la insatisfacción. Las niñas no se prostituyen por lascivia, sino por el anhelo de alcanzar la cima de una montaña tan inaprensible y falsa como la felicidad del quirófano con todas las ansias de recibir un te amo que exige silicona en el cuerpo.
            Alguna vez seguí la secuencia de un programa de televisión que se llama Cambio Extremo. Los y las elegidas se ilusionan con la idea de que sus vidas tendrían un cambio radical a través de un cambio de apariencia. Con ayuda de encuadres y efectos sonoros dramáticos, entre las historias más patéticas de desprecio y auto-desprecio, los y las favorecidas por esta curiosa expresión de caridad cuentan las implicaciones de su fealdad en sus relaciones de pareja, trabajos, en general, la realización de sus sueños. A continuación se inscriben en una carrera de dietas, disciplinas aeróbicas, pesas localizadas y lo más grave de todo, complejas cirugías estéticas. Al final enciman un par de costosos vestidos y accesorios y lo que no pudo remediar la ciencia, pues de ello dará cuenta el maquillaje. Para finalizar, después de haber sido desarraigados de sus entornos, las personas son presentadas a sus familiares y amigos, quienes al encontrarse al frente de esta desconocida o desconocido, empiezan a llorar compulsivamente. La pareja del o la elegida, que estaba a punto de divorciarse, en un ataque súbito, eleva la tan anhelada frase de la que había sido privada la víctima durante largos años de su vida: Te amo.
            El te amo de un orgasmo colectivo que todos y todas aplauden, envidian y veneran.

            Contempló el enorme rostro. Le había costado cuarenta años saber qué clase de sonrisa era aquella oculta bajo el bigote negro. ¡Qué cruel e inútil incomprensión! ¡Qué tozudez, la suya exilándose a sí mismo de aquel corazón amante! Dos lágrimas, perfumadas de ginebra, le resbalaron por las mejillas. Pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano.
            1984. George Orwell

            Los nuevos redentores de esta salvación carismática son cirujanos y cirujanas, estilistas, maquilladores y maquilladoras, entrenadores y entrenadoras que se esfuerzan en la labor de crear otro y otra como ellos y ellas. La gente los venera como a nuevas y nuevos milagrosos de nuestro tiempo.
            Respuestas obvias como la de “la alienación capitalista a través sus aparatos ideológicos de dominación, de los medios”, es tan evidente y en la medida de evidente, haya dejado de ser lo suficientemente potente, como para ser respuesta. Porque sin duda el problema no es solo del retardo mental de un-una televidente inerte, o de estrategia comercial. No se trata de un ejercicio de la voluntad, de dejar de ver televisión o de abstenerse de adquirir algunos productos para castigar empresas. Los medios han creado un monstruo mayor y peligroso donde se recrean nuevas reflexiones existenciales que arrebatan la tranquilidad en las personas. Procesos de identidad y aceptación están en constante lucha con la infelicidad; todo implica un gran dolor del que se pretende borrar el testimonio para parecer y aparecer como personas felices y realizadas, por tanto se requiere auto-negación.
            Para auto-negarse es necesario desterrar cualquier causa del irremediablemente yo. El odio se ofrece a la vez hacia otros y otras en los que me puedo convertir si les dejo andar impunemente por ahí: el mal ejemplo de los y las jovencitas. Aquel otro irremediablemente yo, es peligro latente de no poder dejar de ser. Son personas que despiertan otro tipo de reflexiones, frente a las que no puedo ofrecer mis respuestas esquemáticas y destruyen mi posibilidad de ser una límpida pared blanca, en una ordenada e higiénica ciudad civilizada como acontece con los cuerpos-hostia
            El cuerpo-hostia deja de ser alimento para convertirse en una imitación de alimento. Se consume, pero esto no representa más que un teatro del comer, abstracción del comer. Cuando alguien decide transformar su cuerpo-pan, el del pan nuestro de cada día[2], anhela ser un fenómeno extraordinario, ritual y no alguien que habita cotidianidad. Un cuerpo-hostia se convierte en objeto de un ritual que se repite y se mantiene con las menores alteraciones posibles. La rigidez del ritual entonces falsea la cotidianidad, es como si la ceremoniosidad del sobrio acto litúrgico gobernara nuestras vidas. Es el actor predilecto de la inmovilidad social, armonía, eterna estratificación, existencias de lo “superior” y lo inferior, determinismo signante. El cuerpo-hostia, es un cuerpo abstracto en tanto es una idea de “pan” que flota sin historia, cuyo sabor, color y textura en nada se parece al verdadero pan. Se llama pan, lo entendemos como pan, pero no es pan. La condición de la hostia en tanto posibilidad de ser es no ser pan.
            Nunca el racismo había sido tan elocuente como en esta época. Antes las personas de razas distintas a la blanca, no tenían cabida en este mundo hostializado. Ahora, cuando abre sus fauces de falsa tolerancia, exige a las personas de otras razas ser blancos envueltos en pieles de negros, indios, mestizos. Las elegidas para entrar son personas “hermosas” de rasgos finos, elevadas estaturas donde la raza es apenas un accidente de pigmentación. Cuando no, son exitosos personajes quienes exacerban sus características culturales al plano de lo pintoresco, lo excéntrico o alcanzando con el triple de esfuerzo y por ende, el triple de negación, las metas impuestas por una sociedad blanca.
            Buscan fragmentar a los pueblos construyéndoles patrones y llenándolos de un número mayor de anhelos irrealizables en una pelea desquiciada por ser incluidos, incluidas. Una carrera incesante y esforzada de ratas con una recompensa mecánica que siempre estará unos centímetros adelante de nosotros y nosotras. Es una sesión de spinning, pedaleo desenfrenado para permanecer en el mismo lugar. En realidad las personas no son incluidas sino reeditadas para que la sociedad blanca, rica, machista y todos sus demás apellidos, se inserte en los pueblos, los intervenga y controle[3]. Nunca será una apertura, así sea rasera, de las puertas de su ciudad blanca, sino la destrucción de la unidad e identidad de los demás pueblos amenazantes.
            Ahora en las comunidades no solo hay negros y negras, sino que además hay blancos y blancas con piel negra, excusa con la que se logran polarizar pueblos como por ejemplo, sucedió el conflicto racial en Ruanda[4]. Para ser blanco, no solo basta con serlo. El mundo de la tolerancia, implica demostrarle categóricamente a benneton que aunque se vea como negro, se es blanco. Para ello, habrá que borrar de nuestros cuerpos cualquier huella del pasado que moleste al público, la negación será el nuevo paradigma para los sujetos y las sujetas de este mundo, habitando en tal angustia, procurando alimentar constantemente el odio hacia sí y hacia los demás que se asemejan a este irremediable soy yo. Pienso que Cortazar tiene toda la pertinencia del caso, cuando se atreve a denunciar esto como alicientes del fascismo, la imperiosa necesidad de la auto-vejación.
            Voy a detenerme de nuevo en el martirio de la anorexia. Una causa del desprecio al alimento, es porque… alimenta. La delgadez de la anorexia no tiene relación con alguna condición saludable del cuerpo, sino que se consigue vía estados absurdos de desnutrición, es decir con la carencia de alimentación. El pan es observado con sospecha como alterador, subversor, prohibida alegría maldita del verdadero alimento que se sabe hecho para saciar el hambre. Entonces, el cuerpo-pan, es el cuerpo que nos trae a la memoria, el pan. Al contrario de las hostias blancas autodenominadas pan, el pan es una masa morena, de descuidada simetría, con pliegues caprichosos, grietas y evidencias de ingredientes (en esto casi no se incluye el pan tajado), el verdadero pan es irremediablemente él.
            La asimetría en él cuerpo-pan da cuenta del proceso de hacerse pan, es testimonial, como inmensos libros que inscritos en ese cuerpo. En la hostia no hay particularidad, sólo un argumento que se repite con el mismo final feliz del anhelo supuestamente satisfecho. Hay que odiarse con vehemencia para dejar de ser alimento, fuente de vida y memoria y pasar a convertirse en una hostia vacía. Por tanto es urgente amar al pan y al cuerpo-pan, preservarlo de la mutación a cuerpo-hostia, porque el pan tiene como virtud, el congregar (es decir, el reunir en torno a una historia, una evocación común). Urge igualmente también combatir las hambres, acabar con la hambruna. Al rededor del alimento hay comunión, relatos que se comparten y causas que nos atañan. Por tanto, es necesario disponernos a amar a los cuerpos-panes con sus irregularidades, sus morenidades, sus gorduras, para vivificar el amor, el establecimiento de una nueva relación que rompa, de manera tajante con la hostialización del mundo.

            Mi cuerpo a la olla: un paréntesis acerca de las motivaciones

            Yo también soy anoréxica y bulímica y obesa adictiva, por eso, más allá de los auxilios que pueda brindarle a mi comunidad con talleres prácticos acerca de una cosa u otra o de cualquier cosa, deseo marginalmente detenerme a reflexionar acerca de porqué un pragmatismo irracional tampoco produce efectos más allá de la absolutización de un presente, bien decía Mussolini el fascismo es acción. Por lo pronto, tengo angustia frente a algunos asuntos que me parecen son obstáculos para la liberación de los pueblos infelices y de esta universalización de la infelicidad. Me angustia cómo en mi país, el modelo de auto-vejación no sólo se profundiza en lo económico o en lo político, sino además, quiero entender cuáles son los mecanismos que van naturalizando esto, me preocupa que nos estemos convirtiendo en una sociedad sin amor.
            ¿Por qué preferimos ignorar los escándalos de narcoparamilitarización del actual gobierno colombiano? Si bien, tales escándalos no surtieron grandes efectos en otro tiempo, por lo menos nos quedaba la entereza para decir “politiqueros de mierda”. ¿Qué vejaciones hemos tenido que asumir, como para cerrar los ojos ante este tipo de vejación?
            El fascismo ha logrado sobrevivir juicios históricos implacables y es usado como una forma de estigmatización del contrario. Sin embargo se reeditan escenas de martirio en la técnica fascista sin el menor asombro de la audiencia. Despierta toda la sensualidad, anhelo, rabia y angustia de la frustración, las disciplinas y esfuerzos de superación más enconados de nuestra sociedad. Mantiene vigente lo que enunciaba Cortazar como su carrera superficial hacia lo más alto y más solar (poder, belleza, fuerza) y encarna a su vez el terror y la debilidad[5], paranoia, desprecio y odio. Aunque pocos y pocas queremos identificarnos como fascistas, menos parecen ser los que y las que no quieren serlo radicalmente. Los pueblos son despojados de la abundancia, se les intenta matar de hambre, pero los despojadores y despojadoras someten a su propio pueblo a la anorexia, es decir, el hambre de todas las hambres.
            Los pueblos felices que enuncio al iniciar el texto, se convierten a su vez en una forma de denunciar a los inexactamente autodenominados “pueblos felices”.
            Entonces, quiero darme el permiso de incluirme entre los ingredientes de un banquete necesario, permítanme tener un pequeño acto de reconciliación, en presencia de ustedes y con todo el respeto.



Yo misma
            Mi cuerpo es redondo como el mundo y en mi vientre amplio caben todas las hijas imaginarias del mundo.
Pero he de confesarles que mis senos son más generosos que yo. Pues son unos inmensos y desvergonzados lechos donde caben las manos y  los ojos que me hagan bien.
Alguna bendición de Alá acompaña mi mirada, pues mis ojeras son santuarios donde se hospeda la sorpresa
El santuario protege las letras negras de mis pupilas y de mis preguntas.
Por lo demás… qué puedo decir. Mis manos son plantas y mis piernas alimento.
Y sin embargo y pese a que me tiñen diversos colores en la piel, puedo decirles sin temor que soy un rojo enardecido grito que pretende reventar decidías.
            Así que me gusta
            Alicia.







[1] En las películas de Fanck el acto de escalar montañas era irresistible metáfora visual de una aspiración ilimitada hacia la gran meta mística, bella y terrible, que luego se concretaría en la adoración del Führer. […] Como siempre, la montaña está representada como algo insuperablemente bello y peligroso, como la majestuosa potencia que invita a la suprema afirmación y a la trascendencia del yo en la fraternidad del valor y de la muerte. Ibid P.P. 263, 264.
[2] “Solo puedo decir que me siento espontáneamente atraída por lo bello. Sí: belleza, armonía. Y quizás este desvelo por la composición, esta aspiración a dar forma es, en efecto algo muy alemán. […] ¿Qué más podría decir? Todo lo que es puramente realista, parte de la vida, lo común, lo cotidiano, no me interesa… […]  Busco la armonía. Cuando se produce la armonía, soy feliz. […]” Leni Riefensthal. Op Cit. Sontag. P. 269
[3] Un comunicado en Chiapas denuncia lo siguiente:
1. – El decreto de Reconocimiento y Titulación de los Bienes Comunales de la Comunidad y Zona Lacandona, publicado en marzo de 1972 – mediante el cual originalmente se le concedieron a 66 familias maya caribies [es decir una comunidad que no pertenece al originario pueblo Lacandon] 614,000 hectáreas de selva- se fundamenta en uan serie de irregularidades y falsedades que lo hacen ilegítimo y nulo de origen.
Esta comunidad seudo lacandona protagonizó un hecho sangriento que el comunicado describe así:
14.- […] en ese contexto se enmarca la violenta y, hasta la fecha, impune agresión ejercida el pasado 13 de noviembre, en contra de las 17 familias ch’oles y tseltales del poblado Viejo Velazco, por parte de más de 200 personas identificadas por las víctimas, como integrantes de la “Comunidad Lacandona”. […] Este operativo represivo, que tuvo todas las características de los realizados en años anteriores por grupos paramilitares, ha tenido un saldo a la fecha de 4 muertos, 4 desaparecidos y 38 desplazados (hombres, mujeres y niñ@s). Esto confirma la estrategia del estado mejicano de insertar, bajo la lógica de comunidad indígena, pueblos al servicio de sus intereses. ¡La tierra no se vende, se trabaja y se defiende! Madereras del Pueblo del Sureste, A,C. San Cristóbal de las Casas, Chiapas. México a 17 de noviembre de 2006
[4] El conflicto entre los Hutu – buscar nombres correctos y los Tutsi en Ruanda, se debió a que durante la colonización Belga, los y las habitantes fueron divididos en estas dos nuevas tribus, con el criterio de que los Tutsi eran más parecidos a los blancos y por tanto, debían estar por encima de los Hutu. Cuando estos últimos se rebelan, sucede una matanza entre los que en otro tiempo, constituyeran un mismo pueblo.

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