martes, 27 de octubre de 2009

M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T



Ahora los niños andan solos, niños surgidos de la improvisación, nada sacada de debajo de la manga, déjame ver qué hay debajo de tu manga: números telefónicos. Ahí viene mi nieto ¡Corre! ¡Corre! Que tenemos prisa. Hay que llamar aquí, hay que llamar allá, hay que seguir llamando, no se para nunca de llamar.  M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, cada año mi hijo me envía una letra en un sobre y van 17 años en esto. Al principio era peor, pues me llamaban para que oyera gritos, gente gritando, a mí que querían castigarme por haber engendrado a mi hijo. M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, el gato había muerto ¡Dios mío, sólo mío, como míos son mis pecados! El gato murió antes de completarse el mensaje, al gato se lo llevó la tristeza junto con lo que quedaba de mí. 17 Mensajes de un mensaje que se llevaron con él porque no alcanzó a dejarlo en la nevera, se lo llevaron antes de que alcanzara a llegar a la cocina, no le dejaron ir a la cocina, lo atraparon en medio de esa hecatombe de ropa resultante de la manera que tenía de ponerse y quitarse camisetas y su terrible obsesión por los desodorantes. Yo tendría que cuidar su gato y tendría que saberlo en peligro mientras el gato se comía mis uñas, el gato comía y gemía, comía y gemía, pero el final siempre era feliz, mi hijo volvía y se reía de mis angustias y el gato se reía de mi. ¡Nunca va a pasar nada! Eso decía y entraba en su selva privada de algodón y fotocopias y volvía a consumir libros y mi comida, llegaba la novia y hacían una pequeña fiesta poco discreta y yo ponía caras, yo hacía caras, el gato en el puerta maullando, ésta muchacha lo alzaba toda despeinada con esos pantalones grandes, le hablaba en lengua gatúbela, luego iba a mi cocina y trataba de ser mi amiga, tenía un plan para conseguirlo, pero yo era muy obstinada y celosa. ¡Qué hora es por Dios! Y estos niños no desaparecen, todos huérfanos a pesar de tener padres, son hijos de este tiempo malhumorado que escondió el pasado por vergüenza, como un rico esconde su vieja pobreza, allá viene mi nieto, corriendo, sabía que su tío había tenido un gato y él quería también tener SU GATO. Nos quedaba un año. M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, es decir, ayer nos llegó la T, un año para que llegue la O y después ¿será que sigue el olvido? Siempre me pregunto qué sigue después. Qué más podría decir mi hijo, pero lo más preocupante era cómo iba a ingeniármelas para contarle que su fantasma se había llevado al gato, si mi hijo no es un fantasma, ni una tumba, ni una caja de huesos, ni cenizas, ni algún lugar a donde yo puedo ir, hablar y fingir que me escucha. Lo mejor será no decirle nada acerca del gato ¿estás de acuerdo? Nos queda un año antes de que llegue la O y será el fin, nunca más llegarán estas cartas monolétras de mi hijo, nunca más me escribirá, no volveré a tener una sola letra más, entonces tendremos montada una muy buena historia acerca del gato. Aunque tal vez, me haya escrito otra recomendación antes de que se lo llevaran, M-A-M-A-A-Y-U-D-A-M-E-C-O-N-M-I-S-C-A-M-I-S-E-T-A-S-Q-U-E-D-E-J-E-E-N-R-E-M-O-J-O si tuviera la certeza de que me pidió este otro favor, sabría que vivirá 41 años mas.
Quisiera decir que fue culpa de la novia, por ese esfuerzo tan artificial de retenerlo haciéndose su cómplice.
Qué se yo, si a quien deberíamos culpar, no podemos...
M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, hijo, que yo cuido de tu gato, que yo voy y te compro otro igualito para que cuando regreses, no pienses que el gato murió de hambre porque nunca fue así, ni de frío, ni de silencio, aunque el gato murió de tu silencio, tu único delito es que mataste al gato de silencio. También arreglo tu cuarto, y ordeno tus fotocopias y esa montaña de libros y mejor no veo los títulos que te hacían alucinar con que podías rehacer los cimientos milenarios del mundo. Veo el peligro en esos libros, convierten a las cosas en personas las cuales dejan de ser parte del mobiliario, de una desconsoladora gran sala universal llena de cachivaches, lospañuelospubertos, loszapatosviudosdemipadre, losviejoslastrosqueamontonas, losabominablescristales, lasantesestimadasporcelanas, lascarpetasdelafortuna, losposillosdesorejados, lasfloresdefalsaseda, losmueblesparlanchines, lascortinasranciascomovacavieja, lasofotosdecuandoéramosjóvenesybellos, como afirmabas, de todas esas cosas se llenaba mi sala, así que pronunciando tres frases mágicas de los libros peligrosos, ibas a hacer una jauría de personas. ¡Todas las palabras que inventabas para confundirme y luego reírte de mí y reírte del gato! M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, 17 años recibiendo un sobre con cada letra, como los mensajes que solías dejarme pegados en la puerta de la nevera, F-E-L-I-Z-D-I-A-M-A-M-A, A-H-I-D-E-J-O-M-I-A-P-O-R-T-E-P-A-R-A-E-L-T-E-L-E-F-O-N-O, N-O-M-E-C-U-E-L-G-U-E-S-L-A-R-O-P-A-Y-O-L-O-H-A-G-O-C-U-A-N-D-O-R-E-G-R-E-S-E y dime tu, entonces ¿cuándo regresas? Ah, déjame abrazarte nietecito, que ya no tengo matachos en la cara, hace muchos años alguien vino y me borró los alegres matachos que tenía en mi cara, vamos corriendo a la casa, vamos corriendo a la casa que a esta hora los buses se llenan. ¿Qué por qué siempre esperamos la hora en que los buses más se llenan? Porque yo miro y miro y entre más gente miro, más probabilidades hay de que algún día nos topemos con tu tío, pero si hay poca gente ¿A quién miraremos entonces? Si hay mucha gente a quien mirar, es más factible que algún día veamos a tu tío. No importa si no me entiendes, ya me entenderás. A todos nos toca ver desaparecer las cosas y las personas, hoy tienes tus juguetes y un día te vas desprendiendo uno por uno y nunca recuerdas cuál fue su suerte, es como si desaparecieran escondiéndose de ti, que se lo regalaste a tal chico y nunca más lo vuelves a ver, ese juguete que no querías compartir con nadie, y luego viene la vergüenza y te vas deshaciendo de los demás juguetes pues ya casi eres un hombre y los hombres no juegan con juguetes, aprenden a ver desaparecer las cosas y a no mostrar que sufren por tener que abandonar los tiempos más felices de su vida, consigues amigos y juras que son eternos, y te peleas conmigo porque te reprendo si te digo que entres ¡ya! a la casa, que la sopa no te hará feliz, que la lluvia nos vigila, que las tareas asesinan al saludable ocio, y como debes obedecerme haces pactos con tus amigos, pactos de lealtad, trampas y conspiraciones para escaparte de mí. Con los años crecen y se hacen hombres y cada cual se va yendo del barrio a hacer sus cosas, a preparase para imponer tareas y advertir acerca de la lluvia, tampoco recuerdas dónde vas dejando a tus amigos, igual que le pasó a tus juguetes, y los buscas debajo de la cama (a tus amigos) pero te encuentras con tus juguetes, tus amigos ya no están, pero ya no importan, ni los amigos, ni los juguetes y luego la novia y otra novia y otra novia, y crees que la primera es la última novia que tendrás, pero luego sigue una progresión y ya ni sabes si algún día habrá una última y sus rostros se van desdibujando, como si desaparecieran por partes, sientes que pierdes la memoria del justo momento en que ella dejó de venir a buscarte, de rogarte que volvieran, vivimos entonces en un mundo de apariciones y desapariciones, deberíamos estar acostumbrados, ¿No te parece? ¿Qué tu abuela está loca? ¡Ahhhhhhhh noooo! Porque para mi es distinto, sucede lo contrario, porque mi memoria se afina con los años, mi tarea es recordar cada pliegue, cada trocito de comida del plato, cada gesto y le digo al cerebro ¡Devuélvete, devuélvete! Las cosas no son así, así no fue que sucedieron. Agárrate fuerte de mi mano, vamos a buscar un gato, uno que sea igualito al del tío ¿Sabes? Vamos a buscar un gato que no muera de tristeza, para que cuando tu tío nos mande la última letra, la O, podamos decirle, ¡aaaaahhhh yaaaaaaaa! ¡Claro! Tenemos que cuidar el gato mientras vuelves tío, eso era lo que querías decirnos. ¡Tío loco! ¡Desordenado! Has dejado al gato abandonado, te fuiste a tus reuniones de siempre a ver cómo hacían con esa gente que llegó no sé de no sé donde, destechados, por supuesto y cómo le ayudaban a este estudiante que tenía no sé qué problema y cuándo se verían con tal y tal otro y cuando se juntaban aquí, en la casa se preparaban olladas de espaguetis con mayonesa y siempre tenía que obligarte a lavar los platos y yo escuchaba por el rabillo del ojo, porque mi temprana sordera me obligó a leerte los labios, que tal cosa pasa en el país, que esto debemos hacer, que estos otros son unos ladrones, que aquellos se roban el petróleo, que ellos se quitan el disfraz de soldados y salen vestidos de paracos, que el senador era ahijado de don Fulano de tal, que todo el mundo le tenía miedo, que le gustaba tener casas de mármol y oro, hablando mal de una gente que yo ni conocía y la gente te escuchaba y asentía, A-S-E-N-T-I-R es como cuando tu dices ¡Sí! Con la cabeza, y la gente asentía y se miraban unos a otros como si por primera vez  hubiesen visto algo que seguro tenían en frente todos los días.
Yo quería culpar a la gente que asentía
¡Mira en la pared, mira en la pared! Falta solo una letra, vamos, deletrea como te he enseñado: M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, otra vez, otra vez y te compro un regalo, M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, ¡jajajajaja! Dulce niño, trae aquí el gato que compramos, pensemos un nombre, pensemos un nombre, dime ¿cómo te gustaría que se llamara el gato? que no sea el mismo nombre del gato de tu tío, no importa, si tu tío regresa le decimos que es su gato, pero que le cambiamos el nombre a petición del gato, que quería un nombre más sonoro, un nombre que nadie olvidara y que lo hiciera famoso. Tu tío tiene un gusto terrible por los nombres, le ponía a las mascotas el nombre del papá, sólo para que el papá se enojara y a las hembras, nombres de las tías y se ponían coloradas, echaban humo por las orejas, pero el papá y las tías lo querían a pesar de todo, hasta que comenzó a pelear con la tías y con el papá, porque las tías y el papá pensaban que mi hijo era UNREBELDE, UNPECADOR, UNFRACASADO, UNPROMISCUO, UNSATÁNICO, UNSALVAJE, UNINDULGENTE, UNLADRÓN, UNTERRORISTA, UNVAGABUNDO, UNDROGADICTO, UNHOMOSEXUAL, UNDESQUICIADO, UNPEREZOSO, UNAMORAL, UNANORMAL, UNBANDOLERO, y yo me pelee con mi marido y con mis hermanas porque yo sí sabía que mi hijo era un amoroso amante del mundo y ellos… ellos también lo sabían, amar al mundo es algo delictivo y delicioso, por eso si vas a amar al mundo, tienes que hacerlo en voz muy baja. Ah, sí, sí, ven para acá, vamos a bautizar este gato, vamos a ponerle el nombre de tu abuelo.
Yo no pude culpar al padre de mi hijo
Yo no pude culpar a las tías de mi hijo
Sólo me quedaba el viejo gato, pero el viejo gato estaba muerto y no podía culparlo
M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, has aprendido 6 consonantes y 3 vocales, eres más inteligente que tu tío.
El último que vio a mi hijo fue Robert Kiyosaki mientras, aplastado en la carátula de un libro
Sonreía diciendo:” vas a ser rico, vas a ser rico, mi verdadero padre es el hombre que me enseñó a ser rico”
Pues los verdugos de mi hijo soñaban con ser ricos y por eso el comandante les había regalado el libro: “¡Lean! Que la lectura es buena, instrúyanse y verán que salen adelante, ¡dejen de quejarse!, trabajen, como el tal Kiyosaki”
A mi hijo se lo tragó el de las patentes del desodorante y el productor de los libros de las editoriales “estas”  y sus best sellers de Deprah Chopra que jamás, jamás, jamás leyó y en venganza se lo tragaron.
17 años leyendo estas cartas monolétricas. Llámame loca, me encanta cuando me dices A-B-U-E-L-A-L-O-C-A que yo se que las cartas  que aún las envía tu tío, pensando que tiene solo la hoja del cuaderno en la que me pide M-A-D-R-E-C-U-I-D-A-D-E-M-I-G-A-T, una sola hoja de cuaderno para hacerme saber que aún existe, que aún puedo esperarlo y temiendo que la hoja se acabe, antes de que se consuman sus años, me envía sólo una letra por año. Puedo verlo una vez al año metiendo en un sobre una letra, una entre un sobre, ha sido tan astuto que ha logrado sacarle al guardia 18 sobres, yo lo he visto saliendo del batallón donde todo el mundo sabe que entró alguna vez con los ojos vendados, pasándole cinco mil pesos a los que le vigilan para que le dejen ponerme una letra por año, angustiado, quizás temeroso, de que en mi tristeza yo deje morir al gato.

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